
Señor, Dios mío,
nadie es un extraño para ti
y nadie está en la vida
lejos de tu amorosa protección.
En tu bondad infinita, cuida a los refugiados
y a las víctimas de la guerra,
protege a los que están separados
de sus seres amados,
por la gente joven que se ha perdido
y por aquellos que han dejado su hogar
o han huido de sus propios hogares.
Regrésalos sanos y salvos
al lugar donde ellos anhelan estar
y ayúdanos a mostrar tu bondad
a los extranjeros
y a todos los que están en necesidad.
Concédenos esto por Cristo nuestro Señor.
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